Desde una edad determinada supimos que la expectativa es el camino más corto y seguro para conocer la decepción. Porque no nos íbamos a quedar soñando despiertos durante toda la vida, y eso nos lleva a ponerles a diferentes personas ó equipos la característica de favoritos sin saber que les colgamos un lastre pesado en el cuello en vez de motivarlos, Y la culpa de la desilusión siempre será compartida.
Eso le ocurre actualmente a la Selección Absoluta femenina de Colombia, que ayer tan solo pudo empatar sin goles en su debut ante Venezuela en la Segunda fecha del Grupo B de la Copa América que se celebra en Ecuador. Si se vio tan mal, sin ser esto una sorpresa y sin tener una sencilla, y ni siquiera única solución. Porque los dolores de cabeza son tres muy identificables después de la primera presentación.
Está divorciada con los goles. Con razón hasta hace un par de años, pasaba que cada defecto que tuviera en defensa lo corregían adelante con eficacia en la definición. Con la capacidad individual de abogadas como Linda Caicedo, la potencia de Mayra Ramírez, ó de la que estuviera como única dama en punta además del recurso de la media distancia bajada por Leicy Santos. E incluso una pena máxima convertida por María Catalina Usme.
Todo aparecía en el momento adecuado para desactivar la crisis, pero ahora el gol es un martirio y no existe forma de reducirlo solo a que la actriz que milita en Real Madrid por momentos se deje llevar por las lesiones. Más Psicológicas que físicas, ó a la imprecisión de Manuela Pavi en un centro, con la falta de efectividad de la artillera de Chelsea siendo potente en los duelos mujer a mujer cuando atrás el peligro es constante.
La separación es insistente, un mal que también tienen los caballeros. Porque cundo las niñas no han mostrado su riqueza técnica individual, una fruta fresca llena de talento, solo se ahogaron como si estuvieran en la piscina del club house de una unidad residencial. Ese es el origen de la enfermedad más grave, que padece desde el último campeonato del mundo que se disputó en Australia y Nueva Zelanda.
Cuando la defensa estaba atenta era la más exclusiva, que permitía que las alternativas tuvieran picardía para bailar con Linda, ó fueran autoritarias con María Catalina. Sin correr muchos riesgos con el esquema que empezó a mostrar fisuras que hasta hoy no se han resuelto, como si se hubiera acabado un contrato de mantenimiento.
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