Es tan cotidiano el dolor de la caída, que ya lo extraño es despertar sin sentirlo. De nuevo con el mismo golpe que da la Selección Colombia muriendo desde la orilla cuando todo parecía que en esta ocasión, como si fuera la primera vez de siempre con promesas que ilusionan, fútbol que convence, y un final que nos vuelve a hacer aterrizar. Con nombres diferentes a nivel de jugadores, cuerpo técnico, y adversarios, pero con la historia que se repite con la precisión de una intervención quirúrgica.
Durante los instantes más importantes, cuando el alma pide frialdad, algo que se apaga. Porque cuesta dar el paso final sin falta de talento, pero la falta de contexto es imborrable, sin leer bien, dejar de tener la pausa necesaria, ni el control emocional que separa a los buenos de los Campeones.Aunque es difícil contradecir la teoría de un creador de contenido que dijo que un futbolista colombiano juega sin contexto, para beneficio ó debilidad.
Siendo capaz de aportar jugadas de buen empuje, pero también de quedarse con los errores más absurdos cuando más se necesita de inteligencia a pocos pasos de lograr alcanzar la gloria. Y, sin embargo, puede sonar extraño, pero no todo debe quedarse en una caneca del olvido porque del Campeonato mundial juvenil quedan promesas, nombres propios acomodando al del técnico, que parecen ser proyectos serios. Con una generación que por instantes mostró que tiene conectado el escudo.
Tanto en el corazón como en la mente, para aprender a pensar el juego con la misma forma en la que se siente se estará dando un paso más cerca de romper el ciclo. Porque lo que más duele es que el guión suene tan cotidiano, pero incluso los grandes tuvieron sus caídas antes de escribir la gloria. Entre los afortunados como Francia, España, Argentina, que pasaron por el mismo baúl antes de salir a mostrarse porque ahora lo importante es que algún día el tropiezo deje de ser el destino.
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