Marcos Llorente es uno de los jugadores polifuncionales, así como lo hizo Saúl Ñiguez en España. Esa función que tuvo el hoy sevillista como el Hombre Lobo que resuelve todos los problemas de Atlético de Madrid con su difusión y polivalencia, bueno y brillando en cualquier posición. Un hueco lo cubre arreglando todo, desde que aterrizó en Atlético de Madrid como cabeza de área y pivote heredando liderazgo.
Como capitán, sustituyendo a Gabriel Fernández como ícono por siempre y con el papel de asumir la función de Rodrigo Hernández quien solo duró un año. Fue adquirido por los directivos con ese ideal para la temporada 2019-2020 después de tenerlo con opción de compra en Alavés durante 2016, porque tiene mejor rendimiento cuando juega un poco más cerca del área. Eso lo deslizó el técnico.
El argentino Diego Simeone, porque cuando llegó le costó mucho trabajo entrar. Después de ser expulsado en un amistoso de pretemporada ante Chivas de México en diciembre de aquel entonces y había pasado más tiempo como alternativa que como titular, al disputar un poco más de tres partidos antes del Once de marzo de 2020 para darle un giro a su historia con los dos goles determinados ante Liverpool.
En Octavos de Final de Liga de Campeones, con la clasificación a Cuartos inscribiendo su nombre en las páginas de oro. Porque en una ocasión Simeone dispuso de utilizarlo arriba en cualquier momento como delantero, con la gasolina necesaria mientras alcanzaba a llegar hasta el fondo para seguir convirtiéndolo en leyenda.
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